Tratamiento global antiedad que utiliza los beneficios del frío intenso para oxigenar, vascularizar, reafirmar y estimular la piel. En dermatología la crioterapia se utiliza para tratar lesiones cutáneas superficiales como las verrugas y algunas manchas solares. Además, también es una técnica habitual para mejorar lesiones musculares, esguinces o inflamaciones. Pero la novedad es que ahora el frío intenso se aplica como un tratamiento estético para rejuvenecer la piel.
¿Qué es la crioterapia facial?
La crioterapia facial consiste en exponer la piel a temperaturas bajo cero de manera que el organismo reacciona de forma natural enviando un mayor flujo de sangre a la zona tratada. Esto hace que los capilares se expandan y los glóbulos blancos trabajen de una manera más acelerada para proteger la piel del frío. Asimismo, durante esos minutos, el cerebro libera hormonas, como la adrenalina y la endorfina, logrando estimular el funcionamiento de nuestros órganos en general. Esta reacción facilita el rejuvenecimiento celular, potenciando igualmente el fortalecimiento de nuestro sistema inmune.
¿Qué beneficios tiene?
Estimula la producción de colágeno, reduce las manchas y las arrugas finas, cierra los poros, mejora notablemente los problemas de acné y los previene (ya que disminuye el exceso de sebo), y mejora la circulación sanguínea (el frío intenso provoca vasoconstricción para posteriormente volver a dilatarse el vaso y así aumentar el riego sanguíneo) dando a la piel un aspecto más saludable y rejuvenecido.
Se trata de un tratamiento antiedad global que aporta, además, firmeza a los tejidos y un efecto glow espectacular. Los beneficios, se pueden apreciar de forma inmediata, en cuanto acaba la sesión, aunque, como la mayoría de tratamientos estéticos, en los días posteriores son más evidentes. La piel se ve progresivamente más tonificada, hidratada y libre de rojeces. El número de sesiones necesarias depende del estado de la piel.